martes, 10 de junio de 2014

Iron Maiden - Rime of the Ancient Mariner (Traducida a Español)



Escuchad el poema del viejo marino. Miradle a los ojos mientras para a uno de cada tres invitados a la boda y lo deja cautivado. Quedaos aquí y prestad atención a las pesadillas del mar.

Y mientras la música suena, la novia pasa por allí hechizada por el marino, que comienza su relato:

[El barco en el que viaja es] empujado hacia el sur [por una gran tormenta], hacia la tierra de la nieve y el hielo, en dirección a un lugar en el que nadie ha estado nunca. Entre la nieve y la niebla les sigue un albatros, al que acogen en nombre de Dios por la buena suerte que esperan que traiga.

Y el barco recupera su camino rumbo al norte a través de la niebla y el hielo. Y el albatros sigue tras ellos.

El marino mata al pájaro de buenos augurios. Sus compañeros de tripulación le increpan por lo que acaba de hacer pero, cuando se disipa la niebla, justifican su acción y se convierten en cómplices del crimen.

Navegan sin descanso hacia el Norte por el mar. Navegan sin descanso hacia el Norte hasta que todo queda en calma.

El albatros comienza su venganza: llega una terrible maldición en forma de sed. Sus compañeros culpan de la mala suerte al marino y cuelgan de su cuello al pájaro muerto.

Y la maldición se prolonga en el mar. La maldición se prolonga más y más para ellos y para mí.

Día tras día, un día tras otro varados allí sin que se note el más leve movimiento, el menor soplo de aire. Tan estáticos como un barco dibujado sobre un océano dibujado. Agua, agua por todas partes, y las maderas encogiéndose. Agua, agua por doquier, pero ni una sola gota para beber.
(Samuel Taylor Coleridge, 1798-1834)

¡Allí! -clama el marino- ¡Se aproxima un barco por el horizonte! Pero ¿cómo puede avanzar sin viento en las velas ni corriente alguna?

Mirad... aquí llega, por aquí se acerca fuera ya del alcance del sol.
Mirad... no tiene tripulación. No tiene vida pero, ¡un momento! ¡Hay dos!

La Muerte y Ella -la Vida en la Muerte- se juegan [las almas de] la tripulación a los dados. Ella gana la del marinero, y ahora éste le pertenece. Entonces... los miembros de la tripulación, uno por uno, doscientos hombres, caen muertos.

Ella... Ella, la Muerte en Vida, deja vivir al marino. Es su elegido.

Uno por uno, bajo la luna acosada de estrellas,
sin tiempo para suspirar o quejarse,
cada uno de ellos volvió sus ojos con una horrenda mueca
y me maldijo con la mirada.
Cuatro veces cincuenta hombres vivos
(y no escuché quejas ni suspiros)
con un golpe sordo, como fardos sin vida,
fueron cayendo uno por uno.
(Samuel Taylor Coleridge, 1798-1834)

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La maldición sigue viva en los ojos de los cadáveres. El marinero desea la muerte para sí mismo y para todas las criaturas marinas. Pero ellas siguen vivas, y él también.

Pero bajo la luz de la luna [cambia de opinión y] reza para que su belleza no se pierda. Y de todo corazón bendice a la totalidad de las criaturas de Dios.

Entonces comienza a romperse el maleficio. El albatros se desprende de su cuello y se hunde en el mar como el plomo. De golpe comienza a diluviar.

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Escuchad los quejidos de los hombres de mar que murieron hace ya mucho tiempo. Mirad cómo se conmueven y comienzan a levantarse. Son cuerpos reanimados por buenos espíritus; no hablan, y en sus ojos no hay rastro de vida.

Y la venganza sigue vigente, el castigo continúa camino del trance. La pesadilla no remite.

Por fin se desvanece el maleficio, y el marino avista su hogar. Los espíritus abandonan los cuerpos muertos hace mucho tiempo, se esfuman adoptando formas luminosas y lo dejan solo. [Ellos son los que se han encargado de llevarlo de vuelta a su casa]

Entonces se acerca hacia él un barco. Es tal su alegría que no se lo puede creer. El capitán del barco, el hijo de éste y un ermitaño le traen penitencia de por vida.

Y mientras el barco se hunde en el mar como el plomo, el ermitaño absuelve al marino de sus pecados.

El marino queda obligado a narrar su historia, a contar lo que le ocurrió allí donde vaya para así ilustrar la palabra de Dios con su propio ejemplo y predicar que debemos amar todas las cosas que Él hizo.

Y el invitado a la boda es un hombre triste y sabio. Y el relato sigue y sigue su curso sin fin.


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